domingo, mayo 27, 2012

BTT Hoces del Duraton


Desde hacía mucho tiempo tenía programada esta ruta para la bici que, aunque pequeña en kilómetros a recorrer, preveía grande, aún sin tener para nada claro los compañeros de “pelotón”.
 A primeros de mayo, y siempre con el calendario de partidos de balonmano a la vista, decidí que el día 14 era una muy buena fecha al ser un día festivo para algunos y laborable a la vez. Se auguraba poco público en una zona con bastante carga turística los fines de semana.
Propuse la fecha con un mínimo consenso necesario para no realizar la ruta en solitario,  lejos de conocer a esas alturas como se iban a desarrollar los acontecimientos.
En principio y, como en otras ocasiones confirmados Jesús y yo. Ya teníamos excursión a la vista. En seguida vi con bastantes ganas a Carlos y a Santos, que antes de finalizar la semana ya estaban asegurando su asistencia y la de otros cuantos. Raúl pendiente de su propia despedida de soltero no pudo asistir. Charly fue el último en apuntarse. ¿El último? , no. A última hora y previas arduas consultas con los rutómetros, las curvas de nivel, el perfil de altimetría, resto de variables, pero sobre todo consultando el kilometraje de la ruta, una indecisa Paloma se apunta. Y se apunta arrastrando literalmente (poco le costo) a una presacosa Yoli que estaba deseando apuntarse a lo que se imaginaba como puro cachondeo, pero que no veía capaz de finalizar de ninguna manera.
Al finalizar la semana ya estaba definido el grupo que iba a  formarse para realizar la ruta. Jesús, Carlos, Cristian, Santos, Saúl, Sergio, Rafa,Yoli,Paloma, Carlos y el que suscribe. Once. De acuerdo con los permisos de entrada al Parque, deberíamos formar cuatro grupo y entrar cada veinte minutos. Algunas leves preocupaciones quedaron en el aire, pero serían resueltas a buen fin el día de la ruta.

Lunes. Antes de las 8:00 hr ya me encuentro colocando el maletero del coche y con bastante puntualidad aparece Yoli. Antes de las 8:30, según el horario previsto nos ponemos en marcha y así lo anunciamos por el WhatsApp en el grupo que se ha creado.  Por el camino alcanzamos a Jesús y en menos de hora y media nos presentamos en la puerta del Centro de Interpretación del Parque dispuestos a sacar nuestros permisos. Allí nos esperaban ya Santos y Saúl, ajenos a la espectacular anécdorta que montarían al final de la ruta.
A las 10:00 en punto nos encontramos preparando los correspondientes permisos de acceso al parque, tras resolver las dudas normales sobre acceso,  número de integrantes de cada grupo (3 ciclistas), y la separación entre grupos (veinte minutazos entre cada uno). Mientras tanto hay quien aprovecha para aligerar la mochila y es que venía ya muy cargada desde Madrid. Otros se divierten comprobando la previsión metereológica de la estación situada a la entrada.
Poco antes de las 10:30 ya estábamos todos en el parking descargando bicis y montado ruedas para dar inicio a la aventura del día. Enseguida iniciaba el recorrido el primer grupo formado por Carlos, Yoli y Paloma. A los “reglamentarios” veinte minutos salía el segundo grupo formado por Santos, Saúl y Sergio con algunos problemas iniciales de pérdida de teléfonos y gafas por el camino. Tras otros larguísimos veinte minutos de espera…salíamos el tercer grupo formado por Jesús, Rafa y yo. A las 10:45, para ser exactos. Por último saldría el grupo fromado por Carlos y Cristian.

Tras cruzar el puente romano de Talcano  daba inicio un estrecho camino que iba a transcurrir durante todo su desarrollo entre el río y la pared del cañón.  Los primeros metros se complicaban con zonas de rocas y alguna pequeña rampa, así como zonas muy próximas a la pared. Estos primeros pasos hicieron pensar a más de uno en un tortuoso camino dificil de completar. Nada más lejos de la realidad. El camino, siempre estrecho, iba alternando una y otra vez, pasos más técnicos con sotos, bosques galería junto al río, praderas abiertas, alguna zona de roca y estrechos pasos junto al cortado. También hubo algunas ortigas dejando buenos recuerdos y zarzas que dibujaron diversos arañazos.  Paisajes siempre espectaculares que invitaban a relajarse y pedalear con mucha calma para poder disfrutar con colores y sonidos.

No fue mi caso. Los primeros metros en compañía de Rafa y Jesús, pero con muchas ganas de rodar por este tipo de senderos, apreté el ritmo pensando en delitarme con el paisaje a la vuelta. Y disfruté de lo lindo, hasta casi caerme dos veces al río…Sobrepasamos al grupo que llevábamos delante y en algunos kilómetros más alcancé al primer grupo que estaba realizando un primer descanso.  Allí alargamos el encuentro y gracias a las indicaciones de un senderista nos acercamos a una fuente próxima en la que hicimos un primer reagrupamiento, nos refrescamos y surgieron las primeras fotos de grupo y alguna anécdota.

Nos encontrábamos alrededor del kilómetro siete, y no teníamos muy claro si el final de la “senda larga”, como así se llama este camino, estaba en el kilómetro diez o en el doce.  Ya los componentes del equipo femenino estaban pensando si continuar o, por el contrario dar la vuelta hacia atrás. Una “cómoda” Paloma anima a Yoli a seguir un poco más de recorrido. Eran las 12:00 cuando reanudamos nuevamente y nos adelantamos por el sendero Sergio, Jesús y yo. Enseguida la zona del camino se ensanchaba por el soto y tras un par de curvas aparece una explanada del río y lo que parece el final de la ruta. Unos metros más y, tras pasar bajo una carretera, aparece una zona recreativa con mesas. Es el final de la senda. Les comunico por el walkie a los rezagados la proximidad del final para que realicen un pequeño esfuerzo para finalizar. El resto del grupo va llegando mientras nos acomodamos en un gran mesa formando la primera reunión del día. Algún refrigerio, refrescos, y  comentarios y anécdotas de unos y otros. El descanso es realmente agradable y el clima y el  lugar invitan a prolongarlo pero alguien recuerda que hay que llegar nuevamente al parking antes de comer.


Como era de esperar, la salida de nuevo fue más desordenada aún que al incio y ya no se respetaron ni grupos ni tiempos de veinte minutos ni nada por el estilo. Salimos más o menos todos a la vez y los grupos se iban formando según se iban estirando las piernas de cada uno. Como había pensado a la ida, me tome la vuelta con bastante calma situándome en un grupo intermedio con Carlos y Jesús y a disfrutar del paisaje, los cortados, los buitres y el camino. Los  kilómetros iban cayendo muy cómodos aunque la tendencia  era de subida todo el camino.
Al llegar nuevamente al puente de Talcano, y dado allí se cruzaba nuestra ruta con la llamada de “los dos ríos”, les propuse a Carlos y a Jesús realizar esta ruta que después de un pequeño círculo de 5 kms finalizaba otra vez en el parking. Carlos se anima y Jesús comenta que no, que ya la hizo andando. ¡Qué canalla!!!
A partir de este momento empezó otra gran aventura de bastante más complejidad tanto técnica como física, sobre todo tras los primeros 20 kms recorridos.
 Mientras nosotros nos despeñábamos por esos cortados, se estaba gestando lo que iba a ser la anécdota del día. Y es que un confiado Saul que ya había conseguido, subido a su montura, descender por la escalera por la que iniciamos el recorrido en el puente romano, iba a repetir la hazaña e iba a dejar plasmado su momento de gloria en el video que se disponía a grabar cámara en mano Santos. Bueno, esa era la idea. El momento si que fue glorioso, sí. Un auténtico reportero narrando los hechos al momento en el que se produciían iba contando emocionado la evolución de ese ciclista encarando el tramo de escaleras, cuando tras conseguir bajar uno, dos, tres cuatro peldaños y estar a punto de conseguirlo…ocurrió lo peor que puede pasar mientras te estan grabando.HOSTIAZO. El resultado, conocido por todos los integrantes del “pelotón” dio  mucho juego el resto de la jornada,  y los días siguientes también.


Ya la señorita de la Casa del Parque puso una cara extraña cuando le pregunté si se podía hacer el recorrido de “los dos ríos” en bici. Lo que no me imaginaba era los “pasos” que ibamos a tener que sortear. Espectacular ruta, casi de dimensiones épicas. Los dos intrépidos aventureros iniciamos el recorrido bicicleta al hombro por una fuerte rampa de roca, para enseguida girar a la derecha y por un estrecho camino llegar a un bonito paraje con un presa. Parada,  alguna foto y reanudamos el camino. Enseguida el recorrido se pega literalmente a la pared del cortado y se empieza a formar una, cada vez más empinada rampa que nos obliga a bajar nuevamente. Seguimos ascendiendo en curva por una estrechísima plataforma colgada de la pared y protegidos por la derecha por una barandilla de madera. Algún tramo se estrecha tanto que nos obliga a dejar de empujar la bici en paralelo y hacerlo o bien desde atrás o tirando desde el manillar. Llegamos finalmente a un mirador de madera que volaba sobre el cortado. Desde allí, observando el fortísimo ascenso realizado, pero sobre todo viendo perfectamente las rampas de ascenso que nos quedan hasta el pueblo, nos pensamos muy mucho si continuar o dar la vuelta. Decidimos continuar. Los siguientes metros iniciaban el descenso hasta el nivel del río por unas escaleras también de madera que tuvimos que bajar, claro está, con la bici en volandas. ¡Qué divertido! Otro par de pasos de roca en los que no podías hacerlo ni en parlelo empujando y finamente el camino se “horizontaliza” paralelo al río. Llegamos a un puente que hay que cruzar y un esperanzador cartel nos anuncia que la Puerta de la Fuerza está a 500 metros. ¡Que fácil! ¡Ya casi hemos llegado!



500 metros ,no. 50 kms al menos nos parecieron esos metros. Más de 50 metros de desnivel en una interminable e incomoda rampa sobre restos de las piedras que formaron tiempos a una calzada romana. La bici, empujadola, claro, dejó de pesar 13 kilos y la fuerza de la gravedad hizo que pesara aproximadamente 40. Cuando llegamos, entendí el nombre de la famosa puerta, se quedó todo dentro, no tuvimos más remedio que parar un poco bajo ese arco y descansar para continuar atravesando el pueblo y llegar nuevamente al parking donde ya nos esperaba el resto del grupo a excepción de Sergio que se marchó al finalizar la ruta.  Paramos en una panadería y nos dejamos recomendar un buen lugar para comer.
Llegamos al parking y tras empaquetar las bicis en los maleteros de los coches nos encaminamos hacia las afueras de Sepúlveda al lugar donde nos había dicho el panadero. 

La  Fuente de la Salud se llamaba. Bonito rincón en pradera entre el cauce de un río y al lado de un gran manantial que formaba una poza en la que alguno llegó a bañarse. Agradable. Muy agradable la comida y la sobremesa por llamarlo de alguna manera. Lo que no hubo, aunque a alguno nos venía bastante bien, fue siesta. No por falta de ganas, sino porque enseguida entraron unas tremendas prisas por ir a tomar un café. Tampoco era ya mala hora para empezar a moverse. Nos encaminamos de nuevo hacia el pueblo y nos tomamos unos cafés en la plaza mayor para posteriormente iniciar el camino de vuelta hasta Madrid.
Como siempre que hago alguna ruta, ya sea de todo terreno o de bici, el camino de vuelta voy repasando mentalmente todos los intensos momentos de los que he disfrutado a lo largo de la jornada y voy imaginando cuando podrá ser la próxima. Esta era la tercera vez que disfrutaba de estos parajes y quizás no sea la última.

Por último agradecer a todos los componentes de este grupo que se formó para disfrutar de un bonito día de campo. ¡VOLVEREMOS!!!


PALOMA
YOLI
CHARLI
CARLOS
CRISTIAN
SERGIO
RAFA
JESUS
SANTOS
SAUL
JUANKAR